29 de Octubre 2004

La hipótesis de Whorf

Leía yo este Verano que un estudio había demostrado la hipótesis de Whorf. En ese momento no sabia yo quien era el tal Whorf, pero el articulo me resulto interesante. Resulta que este tipo sostuvo que es la lengua la que estructura nuestra forma de pensar y, por ende, de entender el mundo. La tesis opuesta sostiene que es al revés, es el hombre quien habla según unas estructuras mentales dadas por el medio, sociedad incluida. La demostración de la hipótesis de Whorf vino, en fecha reciente, en forma de una tribu perdida y aislada, que habla una de esas lenguas atávicas, casi sin lazos con ninguna otra.

Dicha lengua no tiene un termino para expresar una cantidad mayor de dos. Uno, Dos y muchos, así cuentan en esta tribu. A cualquiera (a mí, a ti que lees esto) lo primero que se le pasa por la cabeza es que después del dos venga el dos-más-uno, el dos-más-dos... pero eso se debe a que nosotros sabemos que hay algo después del dos. Este estudio demostró que para estos tipos, no lo hay. O si lo hay, es una realidad tan inabarcable para ellos como para nosotros seria calcular usando una cuarta dimensión. Es decir, sabemos, pero trasciende la estructura de pensamiento básica con la que salimos de serie, nos requiere un esfuerzo y rara vez alguien llega a poder hacerlo con naturalidad, esto es, sin soporte escrito.

Los estudios también demostraron que dicha tribu muestra un coeficiente intelectual adecuado, dentro de la media global humana. Y el caso es que ellos no son conscientes del problema. Ante un problema tan simple como “coge el mismo numero de frutos que yo de esta cesta” no tenían ningún problema si este numero era uno o dos. Incluso tres. Mas de eso, se perdían. Cogían el numero que mejor les pareciese y se quedaban tan anchos. Comparados ambos montones de frutos, no veían diferencia, aunque esta fuera enorme. Su estructura mental simplemente no reconocía dicha diferencia.

Whorf formulo su hipótesis estudiando a los indios Hopi o “Pueblo”, una tribu relativamente avanzada y sedentaria de Arizona. Los indios Hopi no tienen tiempos verbales. Para ellos “He visto un Perro”, “veo un perro” y “veré un perro” se expresan siempre como “veo un perro”. La percepción que del tiempo tienen es diferente a la nuestra, pese a ser precisa y reglada (desarrollaron un complejo sistema de calendarios), no establece una diferencia cualitativa entre pasado presente y futuro. Que queréis que os diga, a mi se me antoja apasionante, poético incluso. Y también me provoca interrogantes.

Si un crío no aprende un concepto en la etapa en que la lengua conforma su estructura de pensamiento, pese a que lo aprenda mas tarde dicho concepto será algo ajeno para él. Algo que jamás manejará con la soltura de quien lo lleva grabado. Y no sé vosotros, pero mi experiencia con chavales adolescentes es escalofriante a ese respecto. Que el vocabulario se empobrezca paulatinamente siempre ha sido tema de preocupación para los pedagogos, pero hasta ahora no me había planteado el abismo que para esos críos supondrá tener que asimilar más adelante esos conceptos. Como ordenadores, se nos configura, se nos programa. Y si, discurrimos y nos aventuramos más allá de los limites de esa programación, pero eso exige una superación por nuestra parte. No pisamos terreno seguro y excepto los individuos mas comprometidos o dotados, jamás nos sentiremos en casa, como nos sentimos cuando de conceptos cubiertos por nuestro idioma se refiere (y no, la teoría del caos, la materia oscura o el álgebra diferencial no forman parte de nuestro equipaje lingüístico-cognoscitivo básico.).

Bueno, ahora plantearos que conceptos en apariencia tan simples como el respeto, la conmiseración o la fraternidad quedasen fuera de dicho equipaje en un numero grande de personas. “Son conceptos demasiado simples, básicos” diréis. No más básicos que el concepto de “tres” y una cultura entera lo desconoce del todo punto. ¿el concepto de ideología? El empobrecimiento lingüístico no es solo algo que ayude a distinguir a las clases sociales fácilmente, como el Profesor Higgings caza a Eliza, sino que deja taradas a sus victimas, severamente incapacitadas para aprehender parte del mundo que les rodea, hasta el punto de que simplemente no lo echen en falta.

¿Todo esto para llegar a una conclusión socialistoide sobre la educación de la clase obrera? Bueno, pues si.

Ha sido El Hombre Malo a las 4:10 AM | Comentarios (1)

28 de Octubre 2004

La mirada del otro

Dijo Ruth Benedict en el primer capítulo de El Crisantemo y la Espada, su estudio antropológico sobre Japón “Un japonés que escriba sobre el Japón pasa por alto cuestiones verdaderamente cruciales, pero que son para él tan diáfanas e invisibles como el aire que respira; y lo mismo hacen los americanos cuando escriben sobre Estados Unidos”.

Esta afirmación que a mí siempre me ha parecido obvia me la discuten aun muchos. “Nadie sabe más sobre un país que quien es de ahí” dicen, lo cual no deja de ser cierto, pero se complementa con el hecho de que dicho saber esta tintado de emoción. A que negarlo, nadie es completamente objetivo cuando se valora algo de lo que uno forma parte. Y en España nos hemos mirado el ombligo durante siglos.

Todo esto para explicar una afición que tengo. Cuando mis múltiples maldades me dejan tiempo (esto es, cuando no hay nadie con quien hablar) me dedico a meter frases relativas a nuestro país en Google. Frases normalmente despectivas o criticas. En inglés, me temo. Nada me gustaría mas que ampliar mi campo de autoflagelación nacional con otros idiomas, pero je ne se parle francaise.

Con “I Hate Spain” me encuentro una pagina con 302 comentarios sobre los atentados del 11 de marzo y la reacción subsiguiente, en un sitio dedicado a la reelección de Bush. También el blog de un actorzuelo yanqui (uno de "Dawson crece" según me han dicho) que se queja por tener que trabajar en nuestro país. Metiendo la variación “I hate spaniards”, me encuentro con el interesante blog de un profesor de Ingles hablando de sus meses en Valencia. Impagables sus comentarios sobre la tele.

Consejos para el extranjero que piense mudarse a España, consejos para quien quiera dedicarse a la prostitución aquí, una guía para negociar con españoles o la vision idilica de una jubilata de Chicago. Visiones sesgadas, algunas de ellas simples apuntes, pero que me interesan mucho más de lo que jamas me interesará conocer la opinión de un taxista, aunque este insista en dármela.

Recomiendo este ejercicio (sobre todo a los oficinistas aburridos), pues siempre se hace interesante leer sobre uno mismo, aunque lo que se diga sea a veces una tonteria.

busquedas recomendadas:

"Spanish Men are"
"Spanish Women are"
Ha sido El Hombre Malo a las 3:54 PM | Comentarios (4)

27 de Octubre 2004

Violencia doméstica

Mi padre, cuando yo era chaval, me pegaba.

Y yo a él.

Desde que le alcance en altura (más o menos a los 10 años), recuerdo la vida en mi casa como una competición continua, donde se alternaba lo pugilístico con la calma tensa que templa los nervios y la paciencia. Tras una dura pugna por el mando a distancia de casi una hora, seguía un periodo de un par de días en el que el dolor nos recordaba nuestra pelea y nos daban ganas de revancha. Tras cualquier esquina de la casa se podía esconder un señor calvo y con bigote que, armado con una contundente cuchara de palo, trataría de vengar su honor herido dejándotelo marcado en la cara (o donde acertase).

Si habéis pensado que no había animosidad por parte de los contendientes tendríais razón. Pero eso no significa que nos andásemos con miramientos. Yo tengo dos o tres cicatrices de las coces que me metía mi padre cuando lograba retorcerle ambos brazos, y una vez me desencajo la mandíbula de un puñetazo. En cambio yo me he contentado siempre con inmovilizarle y hacerle saber quien era el más fuerte, en un ejercicio de humillación paternofilial que haría relamerse a cualquier psicólogo. Si, vale, una vez yo le disloqué dos dedos, pero fue un accidente.

Pero no creáis que al ir creciendo yo la cosa menguó. Mi padre es un maltratador con orgullo. Si siendo yo crío se atrevía, no piensa ser menos ahora, cuando levanto casi una cabeza más que él. Y como siempre es derrotado estrepitosamente, proyectado contra las paredes y zarandeado con saña. Es igual, cuando le creo vencido agarrara la cuchara de servir y se revolverá como un jabato. Dejadme deciros una cosa, un cucharón de acero en los nudillos duele. Y mucho.

Esta noche se ha acostado con una marca roja de mi puño en el hombro. No amenazaba venganza, nunca lo hace. Yo la espero con miedo, pues no dudo que llegará. Mientras tanto, preparo mi arsenal de llaves y luxaciones para cuando mi particular Kato ataque de nuevo.

Mi papa me pega.

Ha sido El Hombre Malo a las 3:57 AM | Comentarios (6)

26 de Octubre 2004

Trombo húmedo

Me encanta Madrid cuando llueve

“¿¡Qué dices!? Se atasca todo, tardas el triple en llegar a cualquier sitio y la gente está de un humor de perros” me dirán los que conozcan el percal.

Bueno, pues si. Pero precisamente por eso. Un día normal, paso en el autobús unas tres horas. Voy leyendo y escuchando música, pero a la vez voy angustiado por la hora. Los autobuses que cojo van perdiendo tuercas de la velocidad, y el traqueteo hace que leer dormir o pensar cueste horrores. Cuando llueve no es así.

Cuando llueve no me preocupo por si voy a llegar tarde. que voy a llegar tarde y esa certeza me relaja. Mentalmente me hago un plan para recuperar ese tiempo perdido, pero como en el fondo me siento justificado, rara vez lo llevo a cabo. Al fin y al cabo son cosas del clima, de la estación. Así soy yo, un monje Zen si de no sentirse responsable se trata.

El tráfico lento, lentísimo, parado. Hecho un ovillo en mi asiento, bien tapado con el abrigo húmedo, que con el calor va transformándose en una sauna, puedo leer a gusto, y el ruido del motor apenas llega a notarse con los cascos puestos. A todos los efectos, bien podría estar en mi cama, y si no he tenido la previsión de echar al zurrón suficiente lectura, mi proverbial habilidad para quedarme dormido siempre que lo desee, en la postura que me pille, viene muy a mano.

En cuanto al genio de la gente... debe de ser que la gente se compra el coche para llegar antes a todos lados y por tanto experimenta una frustración acojonante cuando no es así. Se cagan en el que está parado enfrente, en los que le cierran a los lados, en el ayuntamiento, en la madre del alcalde... pero en lo que se cagan realmente es en la maldita hora en que compraron un coche. En el autobús es distinto. Los pasajeros saben que no pueden hacer nada, y que si llegan tarde o pronto va a depender de muchas cosas pero no de ellos. Así que se relajan. Y no sé si es porque uso líneas universitarias, pero aquí todo el mundo huele a ducha, loción de afeitar y colonia. Con la humedad del ambiente, huele a jardín.

A todo esto, hoy en el autobús, entre la ida y la vuelta, he escuchado casi 5 discos enteros ( Moloko, Bowie, las Andrew Sisters, ApoloFourForty y un variado de opera) y me he leído el periódico más unas 300 paginas del libro que llevaba. El que no se consuela es porque no quiere.

Ha sido El Hombre Malo a las 3:11 AM | Comentarios (6)

25 de Octubre 2004

Mal Cine

John Carlin establece un paralelismo entre el cine de acción holliwoodense y la forma en que se ha planteado la “War on Terror” de Bush. Ambas parten de esquemas simplistas en los que el malo agravia al/los buenos y el héroe le persigue y le hace pagar su crimen, normalmente usando el método más excesivo que se le ocurra al productor. Y la audiencia vitorea. Eso es algo que me chocó cuando estuve allí, la gente aplaude y lanza vítores a voz en grito cada vez que en la pantalla sucede algo lo suficientemente sangriento o violento. Por supuesto, eso hizo que ver Terminator2 en pantalla gigante se convirtiese en una experiencia similar a sentarse con los UltraSur en un Madrid-Barça.

Este símil me ha abierto los ojos aun más si cabe acerca de la actitud de los partidarios de la Guerra de Irak. Veréis, me gusta el cine en el sentido más amplio de la palabra. Disfruto de la experiencia de sentarme en la sala a oscuras, la pantalla grande, preferiblemente bien acompañado. Disfruto de las películas cuando son solo eso y también del cine cuando pretende algo “más”. Y si lo consigue, mejor. Puedo pasármelo de vicio con una película a la que le veo fallos por muchos motivos, y eso no me hará dejar de ver los fallos ni comentarlos. Porque también me gusta hablar de cine.

Hace poco salía de ver un producto holliwoodense, más digno que la media pero fallido en dos o tres puntos, especialmente la conclusión. Aun así lo disfruté como un mico, y al salir del cine con mis amigos, íbamos comentando lo que acabábamos de ver. Al llegar a los fallos uno saltó:

“¡Ya me estáis jodiendo! No se puede disfrutar de una película con vosotros, siempre termináis sacándole defectos, y a mí que me ha gustado, me la jodéis ”

No sé si a alguno de los que me leéis este planteamiento le sonará tan marciano como a mí, pero el caso es que cada vez lo encuentro en mas sitios. El colmo de lo bizarro es encontrártelo en foros de cine de Internet, donde más de uno te puede jurar odio eterno por manifestar tu opinión sobre obras maestras del séptimo arte como “La Amenaza Fantasma” o “La Celda”. Por supuesto, no se privan de comentar en términos nada elogiosos el trabajo de autores europeos y españoles, asegurando, eso si, que jamás han caído en la trampa de ir a ver ninguna obra de esa caterva de “raros”.

El paralelismo que expresaba Carlin (o uno de sus entrevistados, ahora no recuerdo) se me antoja más preciso cuanto más pienso en ello. Si a un partidario de la guerra le intentas explicar lo que es el wahabismo o como se promovió su crecimiento desde occidente para frenar el panarabismo laico, te mirará con gesto entre incrédulo y mosqueado. Si mencionas a los cristianos caldeos cuando se trata de Irak, recibirás idénticas muestras de comprensión. “¿Quién es el malo? ¿Dónde está? ¿Cómo lo matamos de una manera eficiente, rápida y espectacular?”

Nos estamos convirtiendo en espectadores. De cine malo, además. Sospecho que la creciente oposición a la guerra tiene menos que ver con la moralidad del asunto y más con el hecho de que al complicarse todo, al ser necesario un lenguaje cada vez más complicado para explicarlo, el espectador se aburre, se cansa. La película le aburre y quiere cambiar de canal. “No entiendo por que ocurren esas cosas en Irak” dice una activista republicana desencantada, y eso resume su oposición a la guerra. No la entiende. Todo iba muy bien, los buenos se enfrentaban al malo y al final del día el héroe, mirando al atardecer, coge por el talle a su chica (una árabe por fin libre del opresor velo y que contempla la posibilidad de hacerse presbiteriana) y la besa. Fundido a negro, Fin y créditos.

Pero la chica resultó llevar un cinturón explosivo, no renunció al velo sino que se lo quitaron a la fuerza unos marines borrachos en Abú Grahib, y el héroe mató desde su avión a toda su familia mientras celebraban una boda. Esa película ya no mola. No por el trasfondo trágico, sino porque exige del espectador una atención mayor de la que está dispuesto a prestar. Deja de ser cine de acción para ser un thriller politico, y este tiene un público diferente. Pero el guionista persiste en su línea argumental, y en el publico bien aleccionado quedan quienes, cuando señales los huecos en la trama o los fallos de raccord te digan “Cállate, siéntate, disfruta de la película y dejanos disfrutarla a los demás”.

Ha sido El Hombre Malo a las 1:46 PM | Comentarios (5)

22 de Octubre 2004

Pasen y vean: la arrogancia subida al desprecio.

(este articulo no es mío. obviamente. Ni tan siquiera lo encontré yo, sino que lo leí en el blog de Avril Lavigne en español, pero era demasiado jugoso para dejarlo escapar)


ENTREVISTA / GROVER NORQUIST
«En 20 años, el Estado de Bienestar en los Estados Unidos no será necesario»
'The Wall Street Journal' le ha llamado 'el Lenin del Partido Republicano'. Otros destacados conservadores opinan que ese título le queda grande, pero no cabe duda de que a sus 48 años, Grover Norquist, asesor externo de la Casa Blanca, se ha convertido en la fuerza dominante de la política económica estadounidense

PABLO PARDO / Washington

El carácter bocazas de Norquist se combina con una devoción ascética para su causa. Tanto que el programa electoral que aprobó el Partido Republicano la semana pasada para la reelección de Bush repite, punto por punto, su ideario. No es sorprendente. Norquist trabaja en estrecha colaboración con Karl Rove, el estratega electoral jefe de Bush, y tiene un amplio historial en promover la causa conservadora en Estados Unidos y el anticomunismo en el mundo.


Es difícil exagerar la influencia de Norquist en la política estadounidense. Él fue el artífice de la arrolladora victoria de los republicanos en las elecciones legislativas de 1994, que colocó a su aliado Newt Gingrich al frente de la Cámara de Representantes.Desde entonces, los conservadores no han abandonado el control del Legislativo, un tradicional feudo demócrata.

Desde hace más de 10 años dirige la Coalición Dejadnos Solos, que todos los miércoles celebra reuniones abiertas en las que representantes de diferentes grupos conservadores plantean iniciativas y anuncian programas de acción, y a las que George W. Bush y Dick Cheney envían siempre representantes personales. Dirige el proyecto calle K, destinado a erradicar toda influencia demócrata de los grupos de presión -los famosos lobbies- que se concentran en esa calle de Washington. Y quiere -y todo apunta a que va a conseguir- que la efigie de Ronald Reagan aparezca en los billetes de 10 dólares. Pero su principal instrumento para influir en la política es el grupo Americanos por una Reforma Fiscal (ATR, según sus siglas en inglés).

Este grupo de presión certifica la política fiscal de cada legislador.Si el congresista ha votado a favor de subidas de impuestos, está acabado, especialmente si es republicano. Una mala opinión de la ATR puede liquidar la popularidad de cualquier legislador, y dejarle sin fondos para llevar a cabo una campaña electoral.

Pregunta.- ¿Quién va a ganar el 2 de noviembre?

Respuesta.- Da igual. Nosotros controlaremos la Cámara de Representantes, y probablemente el Senado. Si gana Kerry, no va a poder hacer nada que no queramos nosotros. No le vamos a dar dinero para que gaste. No podrá subir impuestos. No podrá robarnos nuestras armas de fuego. Aunque perdamos la Casa Blanca, no va a ser el fin del mundo.

P.- ¿Y si gana Bush?

R.- El Partido Demócrata estará acabado para siempre. Si tenemos el control del Legislativo y del Ejecutivo, reforzaremos nuestro control del Poder Judicial para dirigirlo contra los demócratas.Llevaremos a cabo una modesta limitación de la capacidad de la gente para iniciar procesos legales contra las empresas, lo que dañará a los abogados especialistas en esos casos, que son uno de los puntales del Partido Demócrata. Aceleraremos el declive de los sindicatos. Recortaremos la financiación a grupos de empleados públicos, como los profesores, que son una de las grandes fuentes de votos de los demócratas. Y empezaremos a mover el Estado de Bienestar hacia un sistema privado, en pensiones y sanidad.

P.- ¿El fin de los demócratas?

R.- Sí, porque además su base demográfica se está hundiendo.Cada año mueren dos millones de personas que combatieron en la Segunda Guerra Mundial y que vivieron la Gran Depresión. Esa generación ha sido una excepción en la Historia de EEUU, porque ha defendido políticas antiamericanas. Ellos votaron por la creación del Estado de Bienestar y por el servicio militar obligatorio.Ellos son la base electoral demócrata. Y se están muriendo. Y, al mismo tiempo, cada vez más estadounidenses tienen acciones.Eso hace que defiendan los intereses de las empresas, porque son sus propios intereses. Por eso, es imposible llevar a cabo políticas de odio social, de lucha de clases.

P.- ¿Qué hacen los demócratas para frenar su declive?

R.- Movilizarse. De ahí viene todo el apoyo que Kerry está recibiendo de gente como George Soros. Están como estábamos nosotros en 1968, cuando ganó Nixon, o en 1980, cuando ganó Reagan. Entonces, los demócratas controlaban el Congreso. Nosotros sólo podíamos optar a la Presidencia. Sabíamos que, si Nixon o Reagan no ganaban, y continuaba el dominio demócrata de la política de EEUU, entregarían el país a la Unión Soviética. Ahora ellos viven esa experiencia.

P.- Usted quiere recortar el tamaño del Estado a la mitad en 25 años. ¿Cómo?

R.- La clave son las pensiones y la sanidad. El año pasado Bush aprobó la creación de cuentas personales en las que cada ciudadano acumule ahorros para pagarse la asistencia sanitaria. Y en el programa electoral para la reelección se incluye una privatización parcial de las pensiones. Esos dos capítulos son un tercio del gasto público en este país. En 20 años, la mitad de la población estará en sistemas asistenciales y de pensiones privados. Y el Estado de Bienestar ya no será necesario. A eso se sumarán reformas de la Agencia de Protección del Medio Ambiente, y la reducción de competencias de la Administración Federal de Medicamentos (FDA), que autoriza la comercialización de fármacos.

P.- Y será la sociedad que usted quiere.

R.- Será una sociedad verdaderamente americana. Y enterraremos a los europeos. Además, reformaremos la legislación de inmigración, y cada año nos traeremos a un millón de los mejores cerebros de Europa. Ustedes también estarán acabados. Por de pronto, déjeme decirle que ya somos más libres que ustedes.

P.- ¿Por qué?

R.- Porque podemos tener armas.

P.- Pero también los europeos -y sobre todo las europeas- podemos desnudarnos más que los estadounidenses en la playa.

R.- ¿De quién son esas playas?

P.- Del Estado.

La visión de playas estatales con gente desnuda -o casi- desconcierta a Norquist, aunque no está claro si es por la titularidad pública de esos espacios o por el aspecto moral de la cuestión. Con esa incógnita abierta, la entrevista termina. Norquist vuelve a su tarea de lobbista, y empieza a hablar con sus colaboradores del secretario de Energía, Spencer Abraham.

Tras una breve interrupción para atender a un periodista de la Vieja Europa, la revolución liberal de Estados Unidos vuelve a ponerse en marcha.

El mismo Norquist ha declarado su objetivo: «No quiero acabar con el Estado. Sólo quiero hacerlo tan pequeño que pueda ahogarlo en la bañera».


DNI


Nacido: El 19 de octubre de 1956 en Wenton (Massachusetss). Cargo actual: Presidente de Americanos por una Reforma Fiscal y de la Coalición Dejadnos Solos. Director del Proyecto Legado Ronald Reagan. Miembro del Comité de Dirección de la Asociación Nacional del Rifle. Trayectoria: Norquist dice que se hizo anticomunista a los 11 años, leyendo Missers of Deceit, escrito por el polémico ex director del FBI J. Edgar Hoover. Después de obtener un MBA en Harvard, pasó a dirigir la Asociación de Universitarios Republicanos y la Unión Nacional de Contribuyentes. En los años 80 trabajó en la Casa Blanca y fue asesor financiero de la guerrilla anticomunista angoleña UNITA, que combatía, con el apoyo de EEUU y Sudáfrica, al Gobierno de ese país, que contaba con el respaldo de decenas de miles de soldados cubanos. También trabajó con los 'muyahidin' antisoviéticos afganos.

el articulo original aqui

Ha sido El Hombre Malo a las 3:39 AM | Comentarios (4)

21 de Octubre 2004

Vicios patrios: la pedagogía

Es curioso como estando expuestos a estímulos supuestamente positivos durante toda nuestra infancia, son experiencias breves, a veces fugaces, las que nos deforman y ayudan a definir lo que seremos de por vida. Si las leyes de la pedagogía se cumpliesen, yo hoy seria un bienintencionado y sobrio varón, muy patriota y católico. Lo de derechas me lo reservo porque va implícito, aunque, a que negarlo, mi padre ha puesto de su parte para evitar ese derrotero en concreto.

Doce años en un centro confesional deberían convencer a cualquiera de que Jesucristo es algo mas que un fetiche masturbatorio para beatas. De hecho, yo de muy pequeñito quería ser cura (pese a que entonces, como ahora, estaba sin bautizar), y mis notas en religión siempre fueron altas tirando a muy altas. Sin embargo bastó leer “La Forja de un Rebelde” para que Dios dejase de ser un concepto incumbente en mi vida.

De igual manera, la pedagogía ochentera se empeño en decirme que el alcohol y las drogas son nocivos, que nuestro cuerpo se lo puede pasar mucho mejor si disfrutamos de cosas mas sanas como el deporte o la literatura. Solo hizo falta que a los 14 años empezara a entender las letras de los Dubliners para que me convirtiera en un irredento aficionado a la intoxicación etílica en buena compañía. Algo parecido le debe haber pasado a mas gente, ya que no veo pandas de gente haciendo footing los Sábados por la noche.

Y ni doce años de televisión, lecciones y folletos sobre educación sexual pudieron salvarme de la vez que a los 9 añitos vi “El Coleccionista” de William Wyler, cuya huella aun mancha toda mi aproximación a lo romántico y lo estrictamente lúbrico.

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Ha sido El Hombre Malo a las 3:28 PM | Comentarios (2)

Miedos infantiles

No me da miedo la oscuridad. Al menos, no me da miedo mirarla. Desde pequeño, caminar hacia un lugar oscuro y tenebroso no me ha supuesto mucho problema. Como un valiente.

Ahora bien, la cosa se tuerce cuando tengo que regresar. Dar la espalda a lo oscuro, lo tenebroso, me hiela la sangre. Entre sudores fríos recorro el camino de vuelta en menos de la mitad que tarde en ir. He estado ahí, sé que no hay nada, pero aun así me acojona tener a la espalda esa presencia casi palpable de lo “oscuro”.

Este verano me paso algo parecido. Yo de crío buceaba mucho. Todo el día con las gafas y el tubo mirando al fondo, a las rocas, a los peces o simplemente la arena. Mi verano favorito lo pase en una cala menorquina, en la que se podía ver el fondo nítidamente hasta a seis o siete metros de profundidad. Este año mi viejo estrenaba barquito. La ilusión de su vida, pese a tenerlo mancomunado con un amigo. Y como el Hombre Malo es un Buen Hijo, ahi que me plante para que me sacasen a orearme, a comer en el mar, pilotar el trasto un rato y... bucear.

Fondeamos frente a Rota, unos días después del affaire del submarino, por aquello de tentar a la suerte, digo yo. Mi padre aun no ha comprado la bandera republicana para su bajel corsario, pero la enseña veneciana que ondeábamos era igualmente satisfactoria en lo sentimental. Según el sónar, 5 metros hasta el fondo. Me tiro y...

... la nada. La oscuridad. No se ve el fondo. No se ve nada, solo el verdor del agua enturbiándose hasta el negro. “Bueno, el fondo estará turbio” me dije. Soy un hombre (Malo) adulto, sé nadar bien, conozco las aguas del litoral gaditano y sé que los riesgos son mínimos cuando no despreciables. Pero me cagué. Me mantuve a flote lo que me pareció una eternidad pero no llego al minuto antes de subir al barco. “Que rica esta el agua” dije, mientras me sacudía el pánico que me había dado estar suspendido sobre la oscuridad con una sonrisa nerviosa.

Y así me tire la mañana. Zambulléndome y subiendo catapultado al barco inmediatamente. “Pero nada aun poco, hijo, que se te va a olvidar como se hace” me dice mi madre. Ya, si me encantaría, pero mejor otro día. O en otro agua. Acogotado estaba por el miedo infantil a lo que no se ve. A lo que queda a nuestra espalda. No me voy a poner a analizar este miedo (por otra parte bastante común y banal) porque seguro que a alguno le encantara hacerlo por mí.

Ha sido El Hombre Malo a las 4:24 AM | Comentarios (3)

20 de Octubre 2004

Tocate las recogepelotas

En Afganistan, esos agradables personajillos llamados Talibanes condenaron a las mujeres a cubrirse con una capucha de cuerpo entero so pretexto de "protegerlas", de evitar que el sucio y zafio hombre las mancillase con sus ojos, no fuera que despues lo hiciese con otra cosa.

Hoy, gracias a Dios, me entero de que en españa esa funcion la cumple el Ministerio de Trabajo y Asuntos sociales, que ha urgido a la organización del Masters Series de Madrid a retirar a las modeluquis que ha puesto a recoger pelotas, pues su mera presencia de ninfas correteando por el campo y sobando pelotas peludas agrede a la intima condicion femenina de toda mujer.

Me dicen que es sexista y se alude al genero, pero digo yo que con el genero de cada cual, con su sexo, cada uno hace lo que le convenga. El puritanismo es puritanismo aunque se disfraze de progresía. Tiene el mismo valor y cariz este deseo de prohibir la exhibicion del cuerpo femenino (al parecer a estas señoritas las ha colocado ahi una marca de ropa deportiva) que el de un señor que aboga por prohibir a los homosexuales hacer gala de su condicion en publico, por sentir que atenta contra la hombria mancomunada de todos los varones. Es, en definitiva, tener ganas de que otros vivan segun los estandares morales de unos pocos.

Ha sido El Hombre Malo a las 11:50 AM | Comentarios (8)

Ama a tu señor: Mesianofilia

El Hombre Malo ama a Jesucristo.

Quiero decir, pocas cosas hay tan merecedoras de afecto como el buen Jesús, y por si fuera poco, he descubierto una legión de grupos y solistas dedicados a cantarme lo requetebuén mozo que es el condenado. Así poco se puede hacer para resistirse.

El Hombre Malo desea a Jesucristo.

Si, amigos míos, el Hombre Malo encuentra absurdo querer y no desear. Pese al placer de la anticipación, de la espera, si esta no se concretiza deviene en frustración. Cientos de miles de beatas lo atestiguan. Dicen amar a Cristo, pero la que no se masturba pensando en él o miente o se termina ajando y convirtiendo en un pellejo estéril. Lo que darian esas perras por acariciar el torso desnudo de Cristo, de sopesar su paquete caliente y repleto...

Jesucristo desea al Hombre Malo.

¿De qué otro modo se explica que él, en su infinito poder, permita que se le represente así? Quiero decir... esa melenita, esa boca entreabierta, esos ojitos azules de cordero degollado. La representación del redentor es pornografía pura y dura, señores. Si Jesús no hubiese querido despertar esas pasiones, se habría hecho crucificar con un anorak. Jesucristo es una zorrita calientapollas, pero está bien, todo se lo perdono.

El Hombre Malo se toca pensando en Jesucristo.

Y estoy seguro de que el se toca pensando en mi. No me hago ilusiones, sé que se toca pensando en todo quisque, pero no soy celoso. Incluso me hace ilusión poder compartirle en un menaje a trois o a mille. Él y yo, juntos, podríamos inseminar a una congregación entera de Carmelitas Descalzas en una tarde, si la viagra pone algo de su parte.

El Hombre Malo es mesianofílico.

Lo confieso. Me follaría también a Mahoma, Buda o al aun nonato campeón del pueblo judío si se me pusieran a tiro. Pero ninguno me pone tanto como ese zorrón licencioso, ese devorador de lujurias, ese agostador de ancianitas... Jesusito de mi vida.

jesucristo2.jpg
Yo tambien te quiero, Hombre Malo
Ha sido El Hombre Malo a las 2:05 AM | Comentarios (5)

19 de Octubre 2004

Homo Convalidator

- Hola, buenas tardes. Vengo para hablar del seminario de convalidación...

- ¿Del qué? – No es una pregunta, es casi una agresión, es casi un “¿cómo te atreves a importunarme con eso?” dicho por quien sabe que tiene la sartén por el mango y puede permitirse ser borde.

- El Seminario de convalidación de proyectos. Mire, vengo del plan antiguo y me exigen un complemento para convalidarme su asignatura.

- Eso es una tontería. Si no has cursado mi asignatura tienes que cursarla completa ¿o te crees qué ya sabes todo lo que puedo enseñarte yo aquí? - de nuevo el lenguaje hostil, esta vez con pregunta trampa.

- Ni mucho menos, a mí me encantaría cursar su asignatura completa, pero el caso es que traigo ya 12 de los 15 créditos aprobados y por fuerza me han matriculado al complemento – Algo me habían dicho de que este tipo se llevaba mal con el seminario. Se llevaba mal con cualquier cosa que le exigiese prestar atención al alumnado mas de lo imprescindible.

- Bueno, pues incorporate ya mismo al curso, y date prisa que tus compañeros llevan ya tres semanas con él ultimo trabajo y se entrega dentro de una semana. – Breve aclaración, esta conversación tuvo lugar a principios de Marzo, esto es, el fulano quería hacerme cursar un poco mas de un cuatrimestre completo, que son 7 créditos y medio, para firmarme el puto tramite que debería representar un curso de convalidación de 3 créditos. Opto por la diplomacia.

- Entiéndame, a mí me encantaría cursar el cuatrimestre completo porque disfruto mucho con Proyectos, pero tengo otro seminario de proyectos mas y dos de urbanismo en estas mismas fechas...

- ¿Te quejas? –brama- ¿Te estoy regalando créditos de formación y te quejas? – Créditos de formación dice el muy hijo de puta. Lo que quiere es poder meterme con el resto del rebaño y olvidarse de tener que mantener una lista aparte para el Seminario – A mi no me pagan por tener que aguantar a los de seminario ¿sabes? – confiesa el gordo cabrón. Te lo estoy regalando, maricón, te regalo la oportunidad de disfrutar con la experiencia de darme clase a ver si me enseñas a hacer casas mejor de lo que lo hago ya.

Al final opte por ir directo a examen y pasar de las entregas, táctica que pese a ser suicida se me da asombrosamente bien. Sigo siendo el alumno que más exámenes de proyectos ha aprobado, de largo. Y hablamos de exámenes con un máximo de 5% de aprobados. El caso es que este año me acabo de encontrar con este soberano vago cabrón en la siguiente asignatura de proyectos. Esta vez pienso cumplir religiosamente las entregas. Las correcciones van a ser antológicas, me temo. Ya os contaré.

Ha sido El Hombre Malo a las 3:11 PM | Comentarios (3)

Matutina adaptable

Autobús, 7.25 de la mañana.

Enfrascado en mi estupor matutino, que refuerzo a base de decibelios, voy en pos de ese paradigma de la educación que es mi universidad. En el periódico, todo lleno de noticias malas. Malísimas. Catastróficas. Lo ojeo, por tanto, complacido en mi cotidianeidad. Es entonces cuando sobreviene el desastre.

Las baterías del aparato empiezan a renquear, y el machaqueo popistico de los Flechazos se torna tartamudeo incoherente. Apago el aparato y cambio las pilas, y me doy cuenta... Sentada a mi lado, una mujer con la cabeza cubierta. “No puede ser” me digo. Compruebo los rasgos y confirmo mis peores sospechas. “Dios mío, una magrebí sentada a mi lado... ¡¡con Hiyab!!!”

Ensimismado como estaba, no noté que se había sentado junto a mi ese pérfido ejemplo de cultura invasora. Solo con mirar ese pañuelo, notaba dos mil años (o quizás mas) de cultura greco-latina-judeo-cristiana deslizarse sobre mi piel en franca retirada ante el avance integrista. “¿Cómo puede atreverse esta miserable y pobre oprimida mujer proveniente de un patriarcado feudal a poner en jaque mis raíces con ese atuendo?” De la sorpresa pasaba a la indignación rápidamente. Y la dichosa pila sin entrar.

Es ahí cuando caí en la cuenta. Un sudor frío se apodero de mi civilizado y europeo cuerpo. Me palpe la barbilla “¡Voto a tal, qué barba!” Todo empezaba a encajar. La pérfida jezabel cincuentona me había confundido, por la barba, con uno de sus adorados mártires, y por eso se sentó junto a mí. Pero si ella pensó eso...

Efectivamente... notaba los ojos de medio autobús clavados en mi nuca. Todos pensaban que yo era un terrorista islámico y además musulmán. Adivinaba que aquel subsahariano no era tal, sino un mucho mas honroso afro americano de la CIA. Esa rubia es una experta cazadora de chechenos a sueldo de Putin. “¿Me interrogara?” me pregunte lascivo. Y esa maruja, con esa nariz... Mossad seguro. Me sentí rodeado, cada conversación una posible clave para capturarme y hacerme revelar el nombre de los demás miembros de mi célula

“¿Delatar? ¿Yo? ¡Jamás!” pensé desafiante. " Antes me inmolo en una orgía de apuntes de Tipología Estructural que ceder a las presiones del Occidente infiel” musité mientras apretaba con fuerza mi cartera contra el pecho. Para darme fuerzas evoqué la memoria de mi tía-abuela, de riguroso luto y con la cabeza cubierta, como esta mandado... en Calasparra. “Jamás podrán vencernos” le decía a la Chacha, cuando la pila por fin encajó en el angosto hueco que le asigno Sony, y la voz de Patricia de Los Romeos cantándome que la pegase me devolvió a mi agradable absentismo cognoscitivo.

Aun así, estoy seguro de que he visto a la del Mossad espiándome desde un portal cuando volvía a casa. Tengo que afeitarme

Ha sido El Hombre Malo a las 3:24 AM | Comentarios (2)

18 de Octubre 2004

Odiar a Bill

Odiar a Bill Gates es, hoy por hoy, tan natural como el respirar. Uno Se levanta, desayuna, compra el periódico, mira con lujuria a la pasajera más apetecible del autobús y odia a Bill Gates. Entre el usuario medio de informática, cagarse en los muertos de Gates es una costumbre habitual y ya casi automática. Si se te cuelga el ordenador, si el messenger te da problemas, si la bola del ratón se te atasca (lo juro, lo he visto). Y si nos ponemos a hablar de los precios de programas, licencias o practicas de mercado, el odio se torna furibundo aborrecimiento. Hubo una época en la que el Netscape no era un navegador, sino una declaración vital, y Sun y Cisco no eran empresas tan depredadoras como Microsoft, sino paradigmas de la libertad y la tecnología al servicio de la humanidad.

Si en Google introducimos “Bill Gate is evil” encontramos 2330 resultados. “Hate Bill Gates” 2100. De “Kill Bill Gates”, 1980 entradas. Es, por tanto, un sentimiento muy extendido.

No es un reproche, ya que yo mismo he participado y celebrado en la gregaria quema publica del infortunado William. No es que le responsabilice de mis problemas informáticos, pues siempre he tenido muy claro que con encenderlo y acceder a media docenita de gigas de porno, mis habilidades en este campo llegaban a su tope. Es simplemente un comentario previo, una admisión.

Leo el Viernes que una investigación dirigida por un español en Mozambique esta cerca de lograr una vacuna contra la Malaria (tema, que como bien sabéis me incumbe). Dicha enfermedad es la primera causa de mortalidad infantil en el mundo y su incidencia es tal que muchos economistas relacionan el nivel de contagio con el de desarrollo económico de los países tropicales. Las implicaciones de una vacuna así no creo que se os escapen.

Leo quien ha participado en este avance. Una universidad española ha puesto medios humanos, un laboratorio ingles ha puesto los medios técnicos... ¿y el dinero? El dinero lo ha puesto Bill Gates.

“Una minucia, seguro, una gota de su océano, que seguro le sirve para desgravar”

No. Una verdadera pasta. De la que le sobra, seguro, pero una de esas pastas tan gansas que mueven montañas. De las que desequilibran presupuestos nacionales. Y dedicada además a un proyecto español en Mozambique, con lo que las posibilidades publicitarias del asunto no me cuadran ni a mí ni a nadie. ¿Podría ser? ¿Es el malvado Bill un... filántropo?

Hace unos meses, quizás un año, leí en alguna parte que El Señor Gates y su santa habían donado la mitad de su fortuna para, mayormente, combatir el SIDA. Ignoro si este affaire mozambiqueño va dentro de esa partida monetaria o es un extra, pero sea como sea, hace desear que el amigo Gates fagocite dos o doscientas empresas más, monopolice hasta la venta de calcetines de lana y, si quiere, que sacrifique un par de vírgenes a Belcebú. Lo que sea porque este señor tenga dinero de sobra, si lo que sobra se emplea así. A esto se le puede llamar “Síndrome del Doctor Muerte">”

Y es que suena a novedoso, cuando antes era más normal. Lo de “devolver a la sociedad parte de lo que me ha dado” se ha convertido en un tópico solo invocado cuando uno va a donar un pastón a un partido político para que le allane el camino hacia pastones más jugosos aún si cabe. Y no es caridad, que esta tiene como único objetivo apagar el sentimiento de culpa que todo buen judeocristiano sufre por seguir respirando y no suele tener más horizonte que el de alimentar a pocas o muchas almas un par de días más. Sospecho que tiene que ver con la percepción del dinero como algo de lo que solo se puede desear una cierta cantidad ¿Cambia mucho tu estilo de vida si de tener, pongamos, dos mil millones de dólares pasas a tener solo mil? Y no hablo de justicia, pero ¿es licito acumular cuando hay una necesidad común que paliar? Si en época de hambruna alguien acumula víveres, lo mejor que puede esperar es ser linchado por la multitud hambrienta, que percibe de manera instintiva lo perverso de la especulación cuando de lo común se trata. Y no os engañéis, los hijos de los mozambiqueños son hijos nuestros también, en tanto somos sociedad.

¿Me preocupa más la libertad de empresa y la libre competencia que el destino de la infancia tropical? Pues mira, no. No porque esa pretendida libertad solo se esgrime para justificar abusos a quien no se puede defender, mayormente el trabajador, categoría a la que me adscribo aunque sea en lo sentimental. Porque no reporta un beneficio al común de sujetos que conforman la sociedad, sino solo a unos individuos. Y no me entendáis mal; ojalá el Señor Gates no tuviese en que gastarse esa fortuna porque los estados se hubiesen atrevido a hacer frente a estos gastos hace tiempo.

Pero en ausencia de dicha voluntad, fundamentalmente porque no queremos renunciar al dinero del café colectivo de media mañana, satisface saber que los Señores Gates criaron al malvado William con un punto de ética de vieja escuela, para que poco a poco avancemos, si bien no al ritmo que debiéramos.

Y no, aun así no voy a pagar por el Windows.

Ha sido El Hombre Malo a las 11:58 AM | Comentarios (3)

13 de Octubre 2004

El Hombre Malo Acusa

El Hombre Malo tiene una innata capacidad para detectar el Mal cuando lo tiene cerca. “Los opuestos se atraen” y una mierda. Solo el que piensa mal acertará, como dijo aquel. O eso o que debería dedicarme al sector hostelero.

Por motivos “espurios” en las ultimas semanas, al cenar en alguno de los múltiples restaurantes clónicos que visito con mi selecto grupo de amistades, prescindo de bebidas espumosas, entrantes y postre. En su lugar, agua fresquita y un café. Eso si, como plato principal me pido lo más caro de la carta. Y la cuenta me sale poco más o menos como antes. Más bien menos. ¿Merece la pena? Pues que deciros, los entrantes están ricos, pero 6€ por un plato de “doritos” con queso por encima y 2 minutos de microondas se me antoja un exceso, aun repartiendo el gasto (y por tanto también la manduca). Ídem con las mondas de patata asada con queso, deliciosas, si, pero si cualquiera que haya vivido la posguerra en Madrid se enterase de lo que cobran por eso se reiría de nosotros en la puta cara. No vamos a entrar a debatir lo que realmente cuesta un vaso de agua carbonatada mezclada con jarabe dulce (del sabor que sea). Con los postres no me meto.

Nota para uno mismo: hacerse con la contrata de Sizzlers para España, que es de lo poco que nos queda por llegar.

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En otro orden de cosas, ya me encuentro mejor, gracias. Me ha durado lo que sea que fuese aquello que me dio la fiebre solo un par de días. Me dicen que hay una gastroenteritis galopando por ahí como si de un jinete apocalíptico se tratase. Si ha sido eso, le doy gracias por respetarme el tracto intestinal, porque servidor no ha notado ningún problema de esa índole. A los que se han interesado por mi salud, gracias. A los que no, ya os ajustare las cuentas.

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Han llegado a buen termino las negociaciones para añadir a un nuevo miembro al equipo El Hombre Malo Ltd. Dicho miembro dejara pronto sentir su buen hacer en esta pagina, para desdicha de todos vosotros, incautos. Mañana sol y buen tiempo.

Ha sido El Hombre Malo a las 3:04 AM | Comentarios (1)

9 de Octubre 2004

de tripas y calenturas

Portarme como un tipo decente me debe de provocar alergia, pues el general estado de malestar que sentía esta mañana ha evolucionado en un proceso febril de tres pares de cojones que me tiene recluido este viernes nuit, escribiendo un post en lugar de quemar las calles e... ir al cine con los colegas del barrio.

La cosa ha empezado a eso de media tarde. Me dolían las articulaciones y pensé “Claro, agujetas. No debí hacer esas dos flexiones el 9 de Marzo de 1999”. Pronto me note así como caliente, y dado que no estaba consumiendo pornografía (bueno, si, un poquito) supuse que seria fiebre. De natural reposado, deje pasar algo de tiempo, y cuando me quemaban los párpados y el aire que salía por mi nariz podía cocinar un kebab me dije otra vez “va a ser fiebre”.

Efectiviwonder, dos graditos de fiebre. Me sumerjo en el extraordinariamente dotado botiquín hogareño y encuentro media docena de productos que aseguran que enfriaran mis calores más rápido que una foto de Loyola de Palacios en tanga. Escojo el que está mas usado, al que le faltan mas grageas, por la mera asunción de que si alguien lo ha usado mas de una vez ha de ser porque funciona.. Al menos es una fiebre normal.

“¿Normal?” Preguntareis. Si, normal. Porque a veces me dan otras fiebres. Fiebres raras...

Vale, la cosa sigue este proceso:

1-Sensación de frío intenso. Me abrigo, da igual, tengo más frío

2-Tiritera. Temblor incontrolable y fuerte. Alguna vez tan fuerte que muerdo algo para evitar cenarme mi propia lengua. Es aquí cuando me dicen “vas a tener fiebre”. Falacias, una o mil veces que me ponga el termómetro, todas demuestran que mi temperatura corporal es la normal. Suena la música de Expediente X.

3-Cesa la tiritera. Estoy agotado. Normalmente una hora de convulsiones y sacudidas dejan a cualquiera algo rendido (aunque con más cara de satisfacción que a mí esto). Noto como el aire que expiro casi me quema los pelos del bigote. Me tomo la temperatura y, ahora si, tengo fiebre. Espera ¿otra vez? Mas fiebre aun. Y así durante media hora. Mi record es haber llegado a los 41º y pico en media hora. Como cocinarse en su propio jugo.

4-Tan rápido como sube, baja. Y vuelve la tiritera. En algunos casos para subirme la fiebre otra vez y repetir el ciclo hasta tres veces. Un tobogán muy divertido.

5- Despedida y cierre. Me baja la fiebre definitivamente y me quedo agotado- Nótese que todo el tinglado dura solo unas horas, y que después no me vuelve a subir la fiebre ni tengo ningún síntoma normalmente asociado a las gripe.

El veredicto de la doctora de la mutua que me visito la primera vez fue “reacción muy virulenta a una infección” Cuando llegó ya me había bajado la fiebre. Me recetó cama y reposo, muchos líquidos y santas pascuas.

La segunda vez, meses después, me escamó. No era época de gripes, así que fui al medico de cabecera que la mutua había puesto a mi disposición en el centro más cercano a mi casa. Un argentino que, tras estudiar mi caso me pregunta “Che... ¿y vos no has estado nunca en el trópico?” “Si, claro...” le relato mis viajes por Latinoamérica, especialmente el Amazonas (no os riáis, es en serio). Pero de esto hacia por lo menos 7 años por aquel entonces. “Esto me huele a Malaria”. Nada como un medico para darle a uno alegrías. Al menos con la Malaria se farda mas que con una cagalera. Es una enfermedad que si uno la tiene en Europa queda como de muy viajado, aventurero.

Me encarga unos análisis y determina con gesto de triunfo “lo que yo dije, tenés Malaria latente. Crónica”. De la perspectiva del glamour pase a la de una vida de tiriteras y sudores fríos. Por alguna razón pensé inmediatamente en cuanto costaría un sombrero Panamá y una mosquitera para mi cama. Si vamos a coger enfermedades tropicales, hagámoslo como dios manda.

Como fuere que un doctor en medicina que despacha en una habitación de dos por dos en lo que antes era una peluquería no parece el mas indicado para tratar una afección de este calibre, por mas acento austral que gaste, me mueven unos hilos, me salto cola y me meto en la consulta del doctor que dirige el servicio nacional de infecciosas tropicales. El único experto que parece tener la SS (Seguridad Social, malpensados) en este campo. En la sala de espera estamos yo y una docena de subsaharianos que se preguntan a cual de sus primas me he follado para coger un bicho que me haga estar aquí. El doctor tiene un despacho espacioso y con ventana (soy un clasista, lo sé), todo adornado con recuerdos de África. Un mapa de la antigua provincia guineana me hace suponer que ahí obtuvo su experiencia en el tema. Detectivesco que es uno.

Lo primero que me dice el buen señor es que no existe nada parecido a la Malaria latente, y que pese a lo que sugiera el patán argentino que me trató, si me vacunaron contra la Malaria (y lo hicieron, tengo un carné de vacunación de la OMS), Malaria no puede ser. Me pide que le lleve los análisis que me hizo el matasanos tanguero y ahí constata que dicho análisis especifica que no tengo malaria. Dos hurras por la escuela de medicina del Río de la Plata (si, si, lo sé, generalizo... pero pocas cosas son tan satisfactorias como cebarse con el cadáver figurado de un argentino enredado en su propia trola).

Me manda mas pruebas. Muchas pruebas. Hago cola para que me saquen sangre y entablo conversación con un tío con cara de haber trotado demasiado. Muy majo él, me explica que es seropositivo y que le tienen frito a pruebas, que además las monjas que toman las muestras son unas cafres. La cola se bifurca y cada uno se sienta en un escritorio frente a una monja con bigote. La mía, desde luego, tenia cualidades para asistir a partos con el doctor Ménguele. Saca sangre y más sangre. Cuando deja de manar, mueve la aguja dentro de la vena (lo juro). “Tengo otro brazo...” le digo mientras se entrega con devoción a su perversa tarea. Ni puto caso, venga a mover la aguja. El chaval de antes se levanta de su mesa y me mira acojonado. Llevo cuatro viales mas de sangre que él y aun me siguen sacando. Y cada uno es una prueba diferente. Yo creo que se aleja porque en su condición, asume, estar cerca de mí es tentar demasiado a la suerte. Al final 15 viales llenitos de sangre y un brazo amoratado durante una semana. La Monja sonríe y le cuelga la babilla. Creo que la muy puta se ha corrido.

El buen doctor esta perplejo. Me ha hecho pruebas de todo tipo de enfermedades, sin resultados concluyentes. Solo uno, el extremo calor de la fiebre me deja el hígado jodido hasta un mes después de cada episodio. Esto más adelante me pondría en la divertida situación de explicarle al internista de Nuestra Señora de los Milagros que no, no soy alcohólico, que mis niveles de transaminasas tienen que ver con una condición médica desconocida y misteriosa. El caso es que el experto me dijo que la próxima vez me fuera a urgencias y les explicara lo que me pasa, para que ellos estudiaran el suceso mientras tenia lugar. Lo hice y ellos pudieron constatar como pasaba de 0 a 100 en 9 segundos, como los coches, pero no hallaron nada que lo explicase.

La única hipótesis, hasta ahora, es que a mi cuerpo le da, a veces, por ventilarse procesos infecciosos en un plis. Como el que se ventila una gripe de semana y media en una tarde. A mí me sigue gustando mas lo de la enfermedad tropical, y planeo ahorrar para comprarme un traje de lino blanco, sombrero a juego y bastón, para cuando la enfermedad me deje baldado, poder pasear como un caduco y decadente veterano de aventuras coloniales.

Ha sido El Hombre Malo a las 1:14 AM | Comentarios (4)

8 de Octubre 2004

Urbanismo y urbanidad.

Me duele la cabeza y tengo sueño. El ojo derecho me parpadea constante e incontrolablemente y empiezo a lamentar mucho mi talibán promesa de olvidarme de los estimulantes durante dos meses (llevo tres semanas). El cuello y la espalda también mal, gracias. Un guiñapo, vamos.

Si la cosa se tratase de una resaca, no me quejaría. Uno se lo guisa, uno se lo come, y por lo general procuro que las barbaridades que me lleven a ese estado me reporten algún tipo de placer. Que coño, que normalmente si estoy así de acabado me quedo en casa dedicándome a la masturbación mental.

Pero no, se trata solo de la penúltima constatación de que si das la mano te toman el pie.

Me explicaré; Un compañero de facultad me ha pedido ayuda para acabar su proyecto de fin de carrera. “¿El Hombre Malo haciendo favores?” pensareis. Pues sí. Pero no. Si, le saco las castañas del fuego, pero espero contrapartidas a cambio. Como cada vez que mencionaba lo que cobro por hora cuando trabajo de negro para algún estudio, el tío lo celebraba como si fuese una de mis chanzas, me conformare con que me invite a cenar y pedir lo más caro. ¿Qué os pensabais, qué solo las golfas hacen eso? El caso es que, por teléfono, la cosa no sonaba complicada. Bueno, si, él sonaba agobiado como una carmelita en un arrabal de Kabul, pero es normal, es un puto agonías. “Necesitaría que me echases una mano con el urbanismo del proyecto” me dice. No me voy a tirar el moco, pero dibujo rápido y bien. Si después de tantos años no he dejado la carrera y me he dedicado al crimen, como es mi vocación, es porque dibujo rápido y una vez tenga el título me podré entregar al verdadero delito: la construcción.

El caso es que si, era sencillo, pero el muy hijo de puta no había hecho nada. Tiene un precioso y funcional edificio, completamente diseñado, en una plaza sin definir. A 20 días de la defensa del proyecto. “¿Cómo lo ves?” me dice el gañan. “Lo veo fácil ¿para cuando lo quieres?” “Si me puedes hacer algo que enseñar mañana....” Su puta madre.

El caso es que lo hice. El tío encantado. Y hasta la semana que viene nada, así que me olvido del tema hasta el puente. Ayer, a las 10 de la noche, me llama.

“¿Que tal?”

“Bien, bien” digo “Que pesado eres tío cabrón” pienso

“Oye ¿qué tal llevas lo mío?” Me temo lo peor

“Ya he hecho algún cambio... pero hasta la semana que viene no lo necesitas ¿verdad?”

“Es que...me han llamado para corregir mañana...”

Miro el reloj. Miro el teléfono.

Si, lo sé. Debería haberle mandado a la mierda. ¿Qué van a decir mis fans? Pero dentro de poco (espero) yo puedo necesitar el mismo tipo de ayuda. Y odio hacer cálculos de estructuras, cosa que se le da muy bien a esta especie de arquitecto-contable que ahora abusa de mi amistad.

Ahora estoy en la universidad, amodorrado y puteado pero seguramente mejor persona. ¿Y sabéis lo que os digo? Que ser buena persona está inmensamente sobrevalorado.

Ha sido El Hombre Malo a las 2:09 PM | Comentarios (4)

7 de Octubre 2004

Vícios patrios: Exceso de franqueza

Soy Madrileño.

Si, sé que es un anticlímax y que todos pensabais que vengo del mismito Jalisco, pero el caso es que nací en la Villa y Corte. En Chamberí para más señas.

Me gusta Madrid, que se le va a hacer. Le reconozco sus defectos. Los sufro. Los maldigo. Pero quizás la quiera mas por ello. Para hacer el mal hay que ser un sentimental, al fin y al cabo. Si no lo eres e intentas ser malo, probablemente termines afiliado al Opus.

Y he viajado, no os creáis. Y me gustan mucho otras ciudades. Tanto que estaría dispuesto a vivir en ellas por un tiempo.

Pero lo mío es Madrid.

Siendo un hombre de mundo, cosmopolita y bien conectado, trato a menudo con gentes de toda procedencia. Si, eso quiere decir que voy salido detrás de las remesas de vikingas de Erasmus de cada año, como un Esteso cualquiera. El caso es que la pregunta más sencilla para romper el hielo y sonsacar una cita ulterior con motivos culturales es “¿Qué te parece Madrid por ahora?”.

Fijaos que es una pregunta directa y clara. Si no le gusta estaría en su derecho de decírmelo sin por ello faltarme al respeto, ya que por algo he preguntado. Pero debe de ser que por el Norte en lugar de Religión, en la escuela enseñan otras cosas, porque vienen muy bien educaditos todos.

“Oh, me esta encantado” “Me lo estoy pasando muy bien” “Me encanta vuestra ciudad”...

Estadísticamente es imposible que todas las mozas a las que le he hecho esta pregunta (bueno, y a mozos, pero a estos no con fines lúbricos sino por evitar silencios embarazosos) les guste tantísimo Madrid, pero como he dicho, son educados. No os confundáis niños y niñas, ser malo no va reñido con mostrar un poco de saber estar.

Siendo de natural afable y dicharachero, también he tratado con muchos españoles de fuera de Madrid. Algunos viven y trabajan aquí, otros estaban de visita, otros los conocí en su hábitat natural. Con estos la secuencia es mas o menos como sigue:

Ellos: “¿Y de donde eres?”

Yo: “De Madrid”

Ellos “¿De Madrid? Pues......” lo que sigue es una larga y detallada explicación de por que Madrid es un lugar infecto, indeseable y horrible, donde el aire ennegrece los pulmones del mas encallecido fumador de habanos, la gente esta toda estresadísima y las mujeres, según pisan la calle, son victimas de una violación en masa que ni los videos de Max Hardcore.

Fijaos que esta vez nadie les ha preguntado su opinión. Me la brindan como un servicio gratuito, a la vez que me felicitan el acierto si en ese momento reposo mis huesos en su villorrio infecto, obviamente, un lugar siempre mucho mas sano y amigable que el anillo del infierno donde resido.

La palma se la llevó un Pucelano que, al poco de llegar yo, me explico que allí aprendería de nuevo a respirar, que donde va a parar mi smog urbanita comparado con los limpios cielos castellanos. No pude sino hacerle notar que el aroma de la fabrica de abonos químicos y derivados del sulfato impregna Valladolid de un inconfundible aroma según sople el viento, pero que sus atrofiadas pituitarias ya ni lo notan.

Vale. Me paso. No todos los “de provincias” son así. Pero si unos cuantos. Demasiados. Que no solo confunden su derecho a tener opinión con la necesidad de contármela, sino que además la alimentan con una serie de sin sentidos y mitos que solo puede provenir de un resentimiento secular digno del mejor Martínez Soria. Diga usted que si, abuelo, que en el pueblo se vive mejor, aunque usted lleve muerto tres días y la ambulancia aun sin llegar por culpa de la nevada.

¿Me paso? Si, me paso. A mí me gustan los pueblos. Mucho. Las capitales de provincia menos, siempre llenas de señoritos con ínfulas capitalinas pero con síndrome de enanismo cultural. Generalizo, lo sé. Pero si obviamos el hecho de que critican una de las pocas cosas que me emocionan y no son ilegales, aun queda la falta de educación y respeto que supone su gratuitamente expresada opinión. Yo, con las mismas, me cago en su puta madre y seguramente me quieran partir la cara. Y no es tan diferente ¿verdad?

Ha sido El Hombre Malo a las 3:05 AM | Comentarios (12)

6 de Octubre 2004

Excelencia académica

Ando estos días liadillo, matriculándome por enésima vez en mi (también por enésima vez) ultimo año de universidad y encontrándome con compañeros de los que, tres meses después, no recuerdo el nombre. “¡Hombre! ¿Qué tal el verano?¿Qué tal acabaste?” “Como siempre. Como siempre. Como siempre...”

Con los años, mi chiste de “soy un estudiante profesional” se ha convertido en una realidad de la que me doy cuenta precisamente en esta época del año. Tipos que ni recuerdo me preguntan por mi verano para luego lanzarse al verdadero motivo de dirigirme la palabra; “Oye...¿qué tal es el Urbanismo de 4º?” “¿Qué tal son los que dan Mecánica de estructuras?” “¿Qué nivel tiene Proyectos con Fulano?”.

Y no es charla casual, pues me lo preguntan con la solicitud de cambio de matricula en la mano. La cosa aun durara unas semanas, hasta que acabe el plazo de convalidaciones y cambios de grupo, pues mi maña con los trámites administrativos también ha ido adquiriendo fama. No sé por qué, con el pufo que me comí el año pasado al cambiar de plan.

La próxima vez que se me acerque a preguntar una de esas niñas dulces indie-poppie que presentan soluciones a base de paños de lino como cubiertas de auditorio (si, te hablo a ti) le voy a decir “Yo te cuento como quitarte esos créditos de optativa, pero si me la chupas”.

Lo mismo así nace una bonita relación.

Ha sido El Hombre Malo a las 3:04 PM | Comentarios (3)

5 de Octubre 2004

Música para mecánicos, o el pincel que tarareaba a los Clash

En los comics de Jaime Hernández, las motos vuelan, las chicas sueñan con ser superheroínas, los ricos tienen cuernos, los mecánicos de cohetes son famosos como estrellas de cine y Rena Titañon, cuando no defiende su titulo en el ring, se embarca en aventuras a lo largo y ancho del mundo.

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El mundo de Jaime Hernández es lo que queda tras el pop. Es más que el punk, es el “post-pop”. Es real, es el mundo de un mexicano criado en el Este de Los Ángeles, pero se nutre de las glorias de décadas de comics, discos y películas americanas. La autoridad está ausente de este universo, y los personajes se mueven por impulsos, construyéndose poco a poco un entramado de relaciones y personalidades que, como engranajes, mueven la narración sin trama ni argumento, pero sin síntomas de perder el brío. Y ya son mas de 20 años. El que el autor sea además uno de los 20 mejores dibujantes del mercado americano, ayuda.

Hoy me he comprado lo ultimo que ha salido aquí de Jaime, y como siempre me ha entrado de un tirón. Salen con cuentagotas, parece ser que su (también excelente, pero menos) hermano Beto cubre el cupo de HernandezBros en España. Yo por si acaso, os cuelgo aquí la ya mítica portada del primer número de Love&Rockets.


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Ha sido El Hombre Malo a las 3:48 PM | Comentarios (0)

4 de Octubre 2004

Amores al límite

Si le explicásemos a una persona del renacimiento que un día la gente manejaría moles de metal a velocidades de vértigo, nos tomaría por locos. Luego, seguramente, se preocuparía por como es posible controlar un aparato así, tan rápido, cuando a el le cuesta tanto pasar del trote en su caballo. Entonces le diríamos que hay gente que incluso lo hace mientras se empeña en sostener entre los labios una lumbre incandescente. Es en este punto donde entraría en juego el Santo Oficio.

Imaginaos: autopista de circunvalación de Madrid, coches a velocidades superiores a los 80Km/h. Muchos coches muy rápido. La radio es un coñazo (que alguien dispare a Pedro Guerra), y la conversación del conductor más aún. Miro a la derecha y veo que paralelo a nosotros circula un coche pilotado por una tía de muy buen ver. La observo (si, me gusta mirar a la gente cuando no lo nota, es algo que también hacemos los Hombres Malos)

La tía mira hacia la derecha, busca algo. “Mira a la carretera, mi amor, que te vas a matar” pienso. Se pone el bolso sobre el regazo, un bolsón grande de mimbre. Sigue buscando, sigue sin mirar a la carretera. Por fin saca un paquete de tabaco “Bueno, un vicio lo tiene cualquiera” transijo. Empieza la danza, intenta sacar el cigarrillo con una sola mano. Se le cae el paquete, lo busca, se agacha “Déjalo, espérate a llegar donde sea que vayas”, coge el paquete otra vez. Con el codo en el volante, saca el cigarrillo y se lo pone en los labios. Lívido me he quedado al ver eso. Miro el indicador y vamos a unos 90.

Vuelve a buscar en el bolso. “¿Tu coche no tiene encendedor, bonita?”. Tarda, le cuesta, no mira, no mira. Su coche se va desplazando lentamente hacia la izquierda, hacia el nuestro “levanta la vista, levanta la vista, levántala que me jodes la semana”. La muy jodía no mira hasta que por fin saca un mechero y con el cuello estirado y los labios prietos, enciende el dichoso palito de cáncer. Tan concentrada que sigue escorando hacia la izquierda. Le pego un manotazo a mi chofer, este pita y ella pega un volantazo para alejarse de nosotros, mientras con gesto italiano nos recrimina el ser tan agonías y desear tanto llegar al próximo fin de semana.

“Que guapa te pones cuando te enfadas” pienso.

Ha sido El Hombre Malo a las 4:01 PM | Comentarios (4)