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9 de Octubre 2004

de tripas y calenturas

Portarme como un tipo decente me debe de provocar alergia, pues el general estado de malestar que sentía esta mañana ha evolucionado en un proceso febril de tres pares de cojones que me tiene recluido este viernes nuit, escribiendo un post en lugar de quemar las calles e... ir al cine con los colegas del barrio.

La cosa ha empezado a eso de media tarde. Me dolían las articulaciones y pensé “Claro, agujetas. No debí hacer esas dos flexiones el 9 de Marzo de 1999”. Pronto me note así como caliente, y dado que no estaba consumiendo pornografía (bueno, si, un poquito) supuse que seria fiebre. De natural reposado, deje pasar algo de tiempo, y cuando me quemaban los párpados y el aire que salía por mi nariz podía cocinar un kebab me dije otra vez “va a ser fiebre”.

Efectiviwonder, dos graditos de fiebre. Me sumerjo en el extraordinariamente dotado botiquín hogareño y encuentro media docena de productos que aseguran que enfriaran mis calores más rápido que una foto de Loyola de Palacios en tanga. Escojo el que está mas usado, al que le faltan mas grageas, por la mera asunción de que si alguien lo ha usado mas de una vez ha de ser porque funciona.. Al menos es una fiebre normal.

“¿Normal?” Preguntareis. Si, normal. Porque a veces me dan otras fiebres. Fiebres raras...

Vale, la cosa sigue este proceso:

1-Sensación de frío intenso. Me abrigo, da igual, tengo más frío

2-Tiritera. Temblor incontrolable y fuerte. Alguna vez tan fuerte que muerdo algo para evitar cenarme mi propia lengua. Es aquí cuando me dicen “vas a tener fiebre”. Falacias, una o mil veces que me ponga el termómetro, todas demuestran que mi temperatura corporal es la normal. Suena la música de Expediente X.

3-Cesa la tiritera. Estoy agotado. Normalmente una hora de convulsiones y sacudidas dejan a cualquiera algo rendido (aunque con más cara de satisfacción que a mí esto). Noto como el aire que expiro casi me quema los pelos del bigote. Me tomo la temperatura y, ahora si, tengo fiebre. Espera ¿otra vez? Mas fiebre aun. Y así durante media hora. Mi record es haber llegado a los 41º y pico en media hora. Como cocinarse en su propio jugo.

4-Tan rápido como sube, baja. Y vuelve la tiritera. En algunos casos para subirme la fiebre otra vez y repetir el ciclo hasta tres veces. Un tobogán muy divertido.

5- Despedida y cierre. Me baja la fiebre definitivamente y me quedo agotado- Nótese que todo el tinglado dura solo unas horas, y que después no me vuelve a subir la fiebre ni tengo ningún síntoma normalmente asociado a las gripe.

El veredicto de la doctora de la mutua que me visito la primera vez fue “reacción muy virulenta a una infección” Cuando llegó ya me había bajado la fiebre. Me recetó cama y reposo, muchos líquidos y santas pascuas.

La segunda vez, meses después, me escamó. No era época de gripes, así que fui al medico de cabecera que la mutua había puesto a mi disposición en el centro más cercano a mi casa. Un argentino que, tras estudiar mi caso me pregunta “Che... ¿y vos no has estado nunca en el trópico?” “Si, claro...” le relato mis viajes por Latinoamérica, especialmente el Amazonas (no os riáis, es en serio). Pero de esto hacia por lo menos 7 años por aquel entonces. “Esto me huele a Malaria”. Nada como un medico para darle a uno alegrías. Al menos con la Malaria se farda mas que con una cagalera. Es una enfermedad que si uno la tiene en Europa queda como de muy viajado, aventurero.

Me encarga unos análisis y determina con gesto de triunfo “lo que yo dije, tenés Malaria latente. Crónica”. De la perspectiva del glamour pase a la de una vida de tiriteras y sudores fríos. Por alguna razón pensé inmediatamente en cuanto costaría un sombrero Panamá y una mosquitera para mi cama. Si vamos a coger enfermedades tropicales, hagámoslo como dios manda.

Como fuere que un doctor en medicina que despacha en una habitación de dos por dos en lo que antes era una peluquería no parece el mas indicado para tratar una afección de este calibre, por mas acento austral que gaste, me mueven unos hilos, me salto cola y me meto en la consulta del doctor que dirige el servicio nacional de infecciosas tropicales. El único experto que parece tener la SS (Seguridad Social, malpensados) en este campo. En la sala de espera estamos yo y una docena de subsaharianos que se preguntan a cual de sus primas me he follado para coger un bicho que me haga estar aquí. El doctor tiene un despacho espacioso y con ventana (soy un clasista, lo sé), todo adornado con recuerdos de África. Un mapa de la antigua provincia guineana me hace suponer que ahí obtuvo su experiencia en el tema. Detectivesco que es uno.

Lo primero que me dice el buen señor es que no existe nada parecido a la Malaria latente, y que pese a lo que sugiera el patán argentino que me trató, si me vacunaron contra la Malaria (y lo hicieron, tengo un carné de vacunación de la OMS), Malaria no puede ser. Me pide que le lleve los análisis que me hizo el matasanos tanguero y ahí constata que dicho análisis especifica que no tengo malaria. Dos hurras por la escuela de medicina del Río de la Plata (si, si, lo sé, generalizo... pero pocas cosas son tan satisfactorias como cebarse con el cadáver figurado de un argentino enredado en su propia trola).

Me manda mas pruebas. Muchas pruebas. Hago cola para que me saquen sangre y entablo conversación con un tío con cara de haber trotado demasiado. Muy majo él, me explica que es seropositivo y que le tienen frito a pruebas, que además las monjas que toman las muestras son unas cafres. La cola se bifurca y cada uno se sienta en un escritorio frente a una monja con bigote. La mía, desde luego, tenia cualidades para asistir a partos con el doctor Ménguele. Saca sangre y más sangre. Cuando deja de manar, mueve la aguja dentro de la vena (lo juro). “Tengo otro brazo...” le digo mientras se entrega con devoción a su perversa tarea. Ni puto caso, venga a mover la aguja. El chaval de antes se levanta de su mesa y me mira acojonado. Llevo cuatro viales mas de sangre que él y aun me siguen sacando. Y cada uno es una prueba diferente. Yo creo que se aleja porque en su condición, asume, estar cerca de mí es tentar demasiado a la suerte. Al final 15 viales llenitos de sangre y un brazo amoratado durante una semana. La Monja sonríe y le cuelga la babilla. Creo que la muy puta se ha corrido.

El buen doctor esta perplejo. Me ha hecho pruebas de todo tipo de enfermedades, sin resultados concluyentes. Solo uno, el extremo calor de la fiebre me deja el hígado jodido hasta un mes después de cada episodio. Esto más adelante me pondría en la divertida situación de explicarle al internista de Nuestra Señora de los Milagros que no, no soy alcohólico, que mis niveles de transaminasas tienen que ver con una condición médica desconocida y misteriosa. El caso es que el experto me dijo que la próxima vez me fuera a urgencias y les explicara lo que me pasa, para que ellos estudiaran el suceso mientras tenia lugar. Lo hice y ellos pudieron constatar como pasaba de 0 a 100 en 9 segundos, como los coches, pero no hallaron nada que lo explicase.

La única hipótesis, hasta ahora, es que a mi cuerpo le da, a veces, por ventilarse procesos infecciosos en un plis. Como el que se ventila una gripe de semana y media en una tarde. A mí me sigue gustando mas lo de la enfermedad tropical, y planeo ahorrar para comprarme un traje de lino blanco, sombrero a juego y bastón, para cuando la enfermedad me deje baldado, poder pasear como un caduco y decadente veterano de aventuras coloniales.

El Hombre Malo pisoteó nuestros corazones en 9 de Octubre 2004 a las 01:14 AM
Comments

Un post muy prestosu :)

Anukahn, aportando ha osado. 10 de Octubre 2004 a las 08:51 PM

Para un comment que me hacen y es en lengua pagana...

El Hombre Malo ha osado. 11 de Octubre 2004 a las 01:02 AM

Ale, ale, tranqui, que ya te hacemos otro.

el que si somma ha osado. 11 de Octubre 2004 a las 12:01 PM

Incluso un tercero si nos ponemos.

el que si somma ha osado. 11 de Octubre 2004 a las 12:01 PM
Enfréntate al Hombre Malo por tu cuenta y riesgo