background="http://maldad.zonalibre.org/archives/santafe.bmp" width="1000" height="620" border="0" bgproperties="fixed">

15 de Septiembre 2004

Comercio

- Te quiero – dice él.

- Eso es muy bonito, cariño, pero me tienes que pagar de todas maneras.

-Lo sé. Quizás es por eso que te quiero – alcanza él su tabaco y el mechero en el pantalón, que cuelga de una silla.

-Ja, ja, ja... debes de ser el único al que le gusta aflojar la tela, mi amor. No importarle, a muchos. A los que les sobra. Pero disfrutarlo...

Sonríe Él desde la cama, observando como se viste ella.

- Te quiero –repite – porque me das lo irremplazable a cambio de lo que a mí me sobra. Me das tu inmediatez a cambio de rastros de mi pasado y mi sudor añejo.

Ella le mira con fastidio. Ahí tumbado, algo fofo, algo calvo, su carne salpicada de vello asomando entre sábanas húmedas, perlado él mismo de sudor, sonriendo como un niño que se cree demasiado listo. Opta por atajar.

-Tú me quieres por lo mismo que todos, cariño, por estas y por esto – se lleva desafiante ella sucesivamente las manos a pechos y coño. Se demoran más esas manos al calor de la lumbre de lo que el gesto requiere – Y al menos no me pides esto – se palmea el culo – que todos los cabrones van locos por ello.

La socarronería le divierte. Tose al reír. Insiste – Eso también. Me vendes lo privado, me vendes tu humor. Me vendes tu calor y yo solo te doy algo frío, como un pez...

Le mira ella ahora mas seria. Se aceleran sus gestos, se quiere vestir de una vez y marcharse.

-Cállate, me pones triste

-Lo sé. Por eso también te quiero. Me vendes tu ilusión y tu piel a cambio de amargura y enojo. Casi puedo contar las nuevas arrugas cada vez que estoy contigo. Envejeces a mi lado, como lo haría una enamorada, pero no me pides que lo haga yo.

Se calla ella, no sigue él. Mira como se viste y traga la congoja. Esa misma bola que notamos de niños en la garganta cuando no queremos llorar, no queremos gritar, no queremos mostrar que somos aun crios.

-Cabrón. Eres un hijo de puta... - musita ella, mientras busca algo bajo un zapato.

Una lágrima le mira desde sus ojos. El aroma a sudor y a perfume y a tabaco y a angustia se le hace más y más insoportable mientras se viste en silencio. El pega la ultima calada.

-Lo soy – aparta las sabanas él- tanto que el viento de esta charla ha hinchado de nuevo mis velas ¿Navegarás conmigo de nuevo, por el mismo botín? – Sonríe él, tentador. Respira ella, dos veces, antes de levantar la cara, sonrisa hueca, los ojos dos cuentas de cristal.

- Claro mi amor, pero deja que me ponga guapa antes...

El Hombre Malo pisoteó nuestros corazones en 15 de Septiembre 2004 a las 01:08 AM
Comments

Ya he pillado el ritmillo del blog este:

una de ficción, una autobiográfica, una de ficción, una autobiográfica...


¡mola!

Germán ha osado. 15 de Septiembre 2004 a las 01:15 AM

XDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDD

Somófrates ha osado. 15 de Septiembre 2004 a las 01:55 AM
Enfréntate al Hombre Malo por tu cuenta y riesgo